The Last Tokens: El último arcade de Shenyang

The Last Tokens: El último arcade de Shenyang

En el noreste de China, en la ciudad de Shenyang, sobrevive un lugar que se detuvo en el tiempo: Lianhe, un pequeño arcade que se resiste a desaparecer. En su serie fotográfica The Last Tokens, el fotógrafo Wu Huiyuan documenta la vida cotidiana de este espacio, convertido en cápsula del tiempo y refugio de nostalgia para una generación que creció entre fichas, pantallas y el sonido de los arcades.

 

 

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Arriba: Xu Shouzhong en Lianhe. Abajo izquierda: Una regleta desconetada por accidente. Abajo derecha: la patente comercial y precio de los cigarros.

 

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Gamers en Lianhe

 

 

El legado

Xu Shouzhong, de 67 años, jamás imaginó que su arcade sería el último en pie de la ciudad. Inaugurado en los años noventa, cuando los videojuegos aún no habían llegado a los hogares de manera masiva, Lianhe ofrecía a los jóvenes un escape de la rutina y un espacio de comunidad. Entre máquinas de Street Fighter, King of Fighters y mahjong electrónico, se tejieron amistades, rivalidades y recuerdos que marcaron a toda una generación.

 

 

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Xu Shouzhong reparando una de las máquinas en Lianhe.

 

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Dai Shenming juega mientras su esposa e hija esperan.

 

 

En los 90s, las autoridades y muchos padres veían los arcades como lugares problemáticos, comparándolos con una especie de “heroína electrónica”. Sin embargo, para Xu, aquel local fue su forma de reinventarse tras una enfermedad que lo alejó de su empleo en una fábrica estatal. Lo que comenzó como un medio de subsistencia terminó convirtiéndose en su proyecto de vida.

 

 

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Xu con su hijo.

 

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Padre e hijo jugando en Lianhe.

 

 

Un refugio contra el olvido

Hoy, décadas después, el ruido metálico de las fichas sigue llenando la sala. Los adolescentes problemáticos se han convertido en adultos con trabajos, familias y responsabilidades, pero siguen regresando para revivir sus días de juventud. Como explica uno de los clientes habituales: “Este lugar funciona con nostalgia. Aquí el tiempo se detuvo hace 30 años.”

 

 

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Las máquinas viejas y la pantalla de la cámara de vigilancia.

 

 

Las fotografías de Wu Huiyuan capturan esa atmósfera única: Hombres de mediana edad frente a las mismas pantallas de su adolescencia, compartiendo risas, discusiones y la eterna tensión de un reto. Es un retrato íntimo de cómo los espacios urbanos pueden transformarse en santuarios emocionales, donde lo ordinario se convierte en patrimonio afectivo.

 

 

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Gamers en Lianhe.

 

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Una esposa espera mientras su marido juega.

 

 

The Last Token

Lianhe es mucho más que un negocio; es un símbolo de resistencia frente al paso del tiempo, las políticas cambiantes y la transformación económica de la región industrial del noreste de China. Aunque su futuro es incierto, el propio hijo de Xu no planea continuar con el arcade. Las imágenes de Wu Huiyuan lo inmortalizan como un último vestigio de la juventud de Shenyang.

 

 

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Un gamer ayuda a acomodar las sillas antes del cierre.

 

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Xu Shouzhong con un gamer de noche.

 

 

The Last Tokens no solo habla de videojuegos, sino de memoria, comunidad y la imposibilidad de aferrarse al tiempo. Cada ficha, cada máquina, cada gesto en esas fotografías nos recuerda que, aunque las generaciones cambien, algunos lugares permanecen vivos como ecos del pasado.

 

 

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Un gamer sale del arcade a altas horas de la noche.

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