Vidas al borde del mapa
A Tale of the Lake, texto analisis por Hedi Rosma aquí
Tras el colapso de la Unión Soviética, el paisaje fronterizo entre Estonia y Rusia quedó en pausa. A orillas del lago Peipus, pueblos enteros quedaron suspendidos entre dos mundos: Un lado pertenece hoy a la Unión Europea, el otro a la Federación Rusa. Sin embargo, para quienes viven allí, el lago siempre fue más fuerte que cualquier frontera.

Manefa, 2009

Yaakov, 2010
De ese territorio nace By the Lake, de la fotógrafa estonia Birgit Püve. Entre 2009 y 2012, Püve recorrió casas y caminos de estas comunidades para retratar a sus habitantes y los espacios que los sostienen. Muchas de sus imágenes aparecen como dípticos: de un lado, El rostro; del otro, el interior del hogar. Juntas, forman un retrato íntimo de identidad, memoria y supervivencia.

Masha, 2010

Sergey, 2011
Retratar lo invisible
Lo más poderoso de estas imágenes no es lo que muestran, sino lo que insinúan: La luz que entra por una ventana como si el tiempo no avanzara, el silencio de las habitaciones vacías, las huellas de quienes se fueron. No es un documento de pobreza, ni un archivo histórico. Se trata de una elegía visual sobre pertenencia y soledad.

Anna, 2009
Fotografiada a los 100 años, no era la persona de más edad del pueblo. Stepanida, otra vecina, habría cumplido 104 años poco después.

Rayssa, 2009
Birgit Püve lo resume así: “El cierre de las fronteras rompió los profundos lazos entre las personas de ambos lados, que se definían por el lago, no por su nacionalidad.” Esa frase explica lo esencial: Antes que estonios o rusos, eran habitantes del lago.

Dana and Nika, 2010

Leonid, 2011
Acababa de salir de prisión. Volvía solo para visitar a su madre, Polina, desempleada, en una pequeña casa de Kasepää.
Estas historias buscan recordar que la vida continúa incluso en los márgenes: "Se encienden estufas, se cose el pan, se mira el lago."

Oleg, 2010

Fyodor, 2010